Esta es la peor afrenta para la reencarnación. La tristeza que aflige a los vivos ante la muerte hace que los fallecidos se extravíen. Celebramos las vidas que nos han sido dadas y rezamos por las que están por venir. La reencarnación es la piedra angular de nuestro modo de vida. Por eso transformamos nuestro dolor en alegría al despedir a los muertos. Pero las almas de aquellos que contienen sus lágrimas en vida todavía necesitan la salvación en la muerte. Esa tarea corresponde a los llamado.
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