Hasta que, un día, una misteriosa voz saca a Alexander de su sueño. Es, desde siempre, su pan de cada día. En su mundo steampunk formado por mecanismos de relojes gigantes, la rutina de Alexander consiste en reparar diariamente su adorada torre del reloj: ajusta sus mecanismos, engrasa los engranajes y deja impecable hasta la última pieza. En The Watchmaker, una aventura llena de puzles, el jugador se convierte en Alexander. La voz etérea le alerta de que ha ocurrido algo malo: alguien, un se.
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